*El manjar que combina dos de los platillos más destacados de Puebla, pelea codo a codo con el mole poblano, pozole, mole de panza e incluso los molotes y pelonas
Antonio Zamora
Puebla, Pue.- Un manjar estrella surge en el tianguis del barrio de Analco: cemita de chalupas, una combinación dos de los platillos más emblemáticos de Puebla.
En el mercado, una de las tradiciones más importantes que en el primer cuadro de la ciudad de Puebla, uno de los platillos que más gana terreno entre los comensales es la cemita de chalupas.
El mole poblano, el pozole, mole de panza e incluso los molotes y pelonas luchan al tú por tú con el pan de cemita que contiene una orden de chalupas dentro, en un maridaje de sabores que solo se puede encontrar en la Angelópolis.
A cambio de 50 pesos por pieza, doña Carmen lleva hasta la mesa una parte del arte culinario de la capital poblana, que se puede acompañar con chapulines tostados con sal.
Comer cemitas de prácticamente cualquier cosa es común en la ciudad y si bien la tradicional es con milanesa, quesillo, aguacate y pápalo, puede ser de carne enchilada, pata de cerdo, carnitas, pastor, árabe y también de chalupas, esas pequeñas tortillas sumergidas en manteca acompañadas de una sala picosa, carne deshebrada y cebolla.
“La verdad al principio no la quería probar, pero me animé y me encantó, ya me habían hablado de ella y me dijeron que las mejores están aquí en Analco, por eso vine directamente a comerla. La voy a recomendar”, cuenta Cecilia, quien llegó desde Aguascalientes y uno de sus puntos obligados a conocer fue el mercado de este barrio que tiene más de cinco siglos de existencia.
El platillo se puede encontrar en diferentes restaurantes y en algunas calles del centro histórico, pero las más famosas están en Analco, un barrio con tradición alfarera, fundado después de la conquista española.
“La cemita yo la probé hace muchos años en Teziutlán, se me ocurrió hacerlas aquí en Puebla y la verdad le gusta mucho a la gente. Afortunadamente nos ha ido muy bien en la venta de este platillo porque sobre todo lo consumen los turistas e incluso los extranjeros”, relata doña Carmen.
Sin despegar la mirada del comal chalupero donde tiene listas las cemitas partidas a la mitad para ir preparando cada orden, sigue preparando el plato de sabor inigualable de la cemita mezclado con el picor de las chalupas y la esencia de la manteca con las que son fritas, una verdadera caricia para el paladar.
Si el estómago es lo suficientemente resistente, es necesario acompañarla con un cajete de cacao que se vende en la misma zona gastronómica del tianguis.